Tantas vidas segadas, tantas familias, amistades, historias
de amor rotas de la noche a la mañana por la implacable voluntad de la
naturaleza.
Nos horrorizamos ante la desgracia ajena, y también
nos sobreviene un escalofrío de aprensión ante la certidumbre de nuestra propia
fragilidad, la de que nuestras vidas, por mucho que pensemos en ellas desde una
ilusión de control como algo sólido, son algo tan volátil y fugaz que ni
siquiera nos lo planteamos a diario. Y quizá debiéramos hacerlo, debiéramos
tomar de verdad las riendas de nuestra existencia de forma más honesta, lejos
de engaños y sin miedo.
Muchas veces racionalizamos, nos escudamos en la duda para
evitar hacer cosas que nos ha pedido el corazón. De repente, te enterneces
pensando en llamar a tu mejor amiga/o del instituto a la que hace años
que no ves, o se te inflama el pecho unos momentos al pasar delante del lugar
de trabajo del chico/a que tanto te atrae.
Al momento siguiente, comenzamos a pensar en excusas y
motivos de todo tipo para no llamar, para no dar el primer paso . A los cinco
minutos pensaremos en esos sentimientos que nos iluminaron como en una idea
tonta, en qué estaríamos pensando. Todo por miedo a exponernos, por miedo al
rechazo; miedo a perder el control de nuestro pequeño universo.
Racionalizamos
ese miedo para mantener el falso confort, la falsa seguridad de nuestra vida, o
un auto concepto construido precisamente en la inseguridad.
Así nos vamos traicionando, traicionando nuestro corazón y
dejamos de vivir siendo nosotros mismos para convertirnos en un pálido y triste
reflejo de lo que somos; por muy cargado de razones o de seguridad que se
pretenda estar.
Mark Twain decía que sólo nos arrepentimos de lo que no
hemos hecho, que nuestros errores al fin y al cabo suelen hacernos mejores.
Nuestra vida, la de todos, es un don que debe ser vivido.
Por eso ...VIVE, AMA , RIE , SIENTE…Pero no sufras ¡¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenidos a Rincón de Silencios.
Es solo eso, Mi Blog. Te agradezco tus comentarios.