sábado, 15 de febrero de 2014

Elena

Hoy, a pesar de ser mitad de febrero ha hecho un calor inusual. 
Esto de la clico génesis nos está volviendo locos.
Pero ahora, el sol se ha despedido hasta mañana, cansado de días cada vez más largos. El frío regresa en la noche. La primavera se hace de esperar, lo que es desesperante  para aquellos que no nos agrada demasiado el frío.

La soledad del cuarto de estar se convierte en cálido refugio cuando afuera se escucha un suave viento, quejumbroso y viajero. Aquí estoy de nuevo, delante del ordenador y ante mí, su pantalla, una hoja en blanco esperando que le susurre palabras.

Imagino a mucha gente, al igual que yo, pensando con qué llenar algo tan vacío.

No es fácil escribir cuando sabes que al día siguiente gente a la que no conoces, va a leer lo que he plasmado aquí. 
Sentimientos, sensaciones, emociones, recuerdos, ilusiones, sueños. Aunque pensándolo bien, peor sería que me conocieran.
Al final, poco importa que el texto sea anónimo. No podría soportar la burla, sobre todo, entre amigos, ni las gracias fáciles, sin maldad, pero que hacen daño, el temor a mostrarte como realmente eres es algo que pesa mucho. A pesar de ello, mis dedos comienzan a pulsar las teclas, dispuestos a compartir con ustedes tanto y tan poco…
La noche, silenciosa por momentos, se hace más larga de lo acostumbrado.

Hoy, estoy recordando a Elena…
Elena tiene una historia asombrosa.Elena es…como mi alter ego, esa mujer que siempre quise ser y no pude. 
Las comparaciones no siempre son odiosas.
De Elena se está escribiendo un libro, mitad fantasía, mitad realidad. Estoy deseando leer el final. 

Yo, estuve en un estado, digamos… ¿depresivo? Que  sólo me dejaba ver la suerte de aquellos que consideraba mejores que yo. “Envidiaba” a quienes tenían algo especial que les hacía destacar sobre los demás, anhelaba la aparente felicidad que muchos mostraban. 

Siempre parecía que quería aquello que nunca lograría, que sólo pudiese disfrutar con lo que no tenía, era como que no sabía apreciar y valorar de todo cuanto disponía y me lamentaba por ello demasiado a menudo.
Estas si son las comparaciones odiosas.

Pero desde hace un tiempo, he abierto los ojos, aunque sólo sea un poco.
De vez en cuando pienso en tanta gente que carece de prácticamente todo, y me comparo con ellos. Gente que lucha por conseguir cosas que para mi, quizá, son insignificantes, personas que sufren y a pesar de ello sonríen.
Y yo, allí estaba, deprimida y llorando por una razón cuyo peso era prácticamente nulo.

No tenía sentido.


Necesité poder ver la cruda realidad, ahora distorsionada por una especie de neblina creada por mí misma, para dejar de auto compadecerme y dejar de sentirme víctima Debía comprender cuán afortunada era (y sigo siendo.). Saber que, a pesar de que me faltaba ese algo, o más concretamente, ese "alguien" que tanto deseaba y quería, tenía todo cuanto necesitaba para poder ser feliz. Y, a pesar de ello, apenas sonreía alguna vez.
Demasiada hipocresía y egoísmo,demasiado victimismo sin razón. Demasiados lamentos absurdos.

Las comparaciones no siempre son odiosas.

Elena no es así, Elena es arrolladora, nada victimista, aunque fue como yo en un tiempo...supo remontar y decir y hacer todo aquello que debía... Admiro su tesón, su carácter, su valentía y su fortaleza... 
Estoy comenzando a ser cómo ella ...

A veces las comparaciones sirven para abrirnos los ojos y mostrarnos claramente lo ridículo de nuestro sufrimiento, y el sinsentido de nuestra depresión.

Elena es una triunfadora, y… seguro que el final de su historia será digno de un best seller.



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