jueves, 16 de abril de 2015

Qué destino más cruel...


Estos días se ha puesto impertinente un recuerdo de cuando tenía unos 30 años. Fue en mi época de rompe corazones (que también la tuve) como cualquier mujer que se precie. Él , tenía venti-pocos años y una profesión de riesgo. Yo, recién separada y descubriendo una vida nueva, trabajo nuevo y además ...salía sin pedir permiso a nadie salvo a mi hija de dos años. No sé por qué ,tenía una divertida inclinación por las fiestas, el ron y el tequila. Él,  sin embargo no quería fiestas. Se había enamorado de mí y yo ni sabía, ni tenia ganas, ni quería corresponderlo.
Su amor me indignaba. No entendía como se atrevía a semejante sentimiento. Qué idiota, qué inoportuno, qué infantil ¿A quien se le ocurre? ¡Venir a fastidiarme en mi primer año lejos de la cárcel del matrimonio! 

Sin embargo, recuerdo que su insistencia, de alguna forma me resultaba morbosa, me fascinaba. Me gustaba verlo arrastrarse como una babosa mareada. Me asombraba que se sometiese a mis restricciones, que me dejara fumar, que me mirara embobado con sus encandiladas pupilas de girasol y que me siguiera por todas las fiestas como un perrito extraviado con la correa suelta.(Como me arrepiento de mi comportamiento) no me justifico , pero, estaba recién salidita del horno y un poco quemada ...


No iba a quererlo nunca, no era para mí. Su cariño de moscardón pesado y su anodina mansedumbre, lejos de apenarme, me enojaban. Cada vez que venía con sus tonterías emocionales, tembloroso e hipnotizado, me invadía el mismo pavor… que el infeliz se pusiera a llorar delante mío y yo tuviese que dar una bofetada para calmarlo. Pobre chico, es cruel el destino de aquel que se enamora de quien nunca estuvo enamorado.
Lo ignoré, lo humillé, tontee con un amigo suyo, pero su amor no se apagó. 

Mis desplantes parecían oleadas de acetona que avivaban su esmerado y sofocante cariño masoquista. Su exagerado sacrificio y mi conducta adolescente finalmente dieron sus frutos, y dejó de hablarme y yo aprendí la lección.

Los hombres nunca se quedan con la mala del cuento, no porque sea mala, como tampoco eligen a la buena por su monocorde y aburrida bondad. Rechazan a la mala porque a pesar de su venenosa malicia, está explícitamente enamorada y entregada. En cambio, la buena, siempre tiene dudas o no está disponible. Aparentemente, hay que ser una mujer desdeñosa y difícil es lo que suele ser irresistible.
Los hombres necesitan conquistar lo inexpugnable y no una insignificante tribu llena de indios embarrados y desprevenidos. Mientras más frías somos con las miradas y más dolorosa es la conquista, más grande es su admiración e incondicional su cortejo. 

Es inútil intentar disuadirlos con genuina honestidad, incluso cuando necesitamos espantarlos con eficacia, los hombres son como un chicle en la suela del zapato, que mientras más se la intenta despegar, más fuerte se pega.

Viviendo y aprendiendo … así es la vida y así de cruel el destino.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenidos a Rincón de Silencios.
Es solo eso, Mi Blog. Te agradezco tus comentarios.

  Pandemia. Hoy he recordado que tenía un blog ¡Vaya! Con las satisfacciones que me dio en su tiempo y he llegado a olvidarlo algunas veces....