Pandemia.
Hoy he recordado que tenía un blog ¡Vaya! Con las satisfacciones que me dio en su tiempo y he llegado a olvidarlo algunas veces.
Sé que no es nada interesante la vida de una cincuentona, Y MUCHO MENOS CUANDO YA NO HAY MUCHO QUE CONTAR.
Pero he leído la última entrada, y he flipado conmigo misma. Sonaba muy derrotista, muy pesimista… y fíjense que después de eso, cuatro meses después, llega la puñetera pandemia.
Se
preguntarán (si es que alguien me lee) que por qué no he escrito estando
confinada. Fácil respuesta, yo no he estado CONFINADA. Mi familia sí, yo, por
mi trabajo, no. Tan solo estuve los 15 días, AQUELLOS en los que lo estuvimos
todos.
Se nos olvidó el panorama catalán, se nos olvidó, la moción de censura, se nos olvidó casi todo y casi nada tenía importancia comparado con aquello, con ese caos.
Se
nos iba la vida, la salud y el trabajo. Tan solo TENIAMOS INCERTIDUMBRE….vivíamos
con miedo.
Tuvimos vacunas
(sin saber nada de ellas) que no dudamos
en ponernos, tuvimos entierros al los
que no poder asistir, muertos al los que no poder llorar, bodas que pensábamos
que jamás se podrían celebrar, nacimientos, en definitiva… celebraciones de vida,
una vida que algunos pensábamos ya no viviríamos jamás (y algunos no la volvieron a vivir)
Y lo hemos pasado, e hicimos propósitos, y nos juramos aprender. Y así una promesa tras otra que no vamos a cumplir jamás ,por que somos rápidos para olvidar.
Se nos han
quedado muchas secuelas después de la pandemia, secuelas que difícilmente sanaran,
al fin y al cabo, las cicatrices sirven para que no olvidemos los errores o aquello
que nos ocurrió una vez.
Y después de
la pandemia, una guerra… llegara el frio y habrá mucha gente que no podrá poner
la calefacción, porque los precios se han disparado, porque no se sabe cómo ni
por qué estamos inmersos en una puñetera crisis.
Crisis… crisis económica, pero también hay crisis en el alma. Estamos dejando un mundo asqueroso a nuestros hijos. La generación “pandemia” no superará lo que ha ocurrido en muchos años.
Los que quedamos, los que estamos, los que trabajamos, los que podemos calentarnos, los que podemos comer, los que vivimos… somos la excepción que confirma la regla.
¿Derrotista?
NO… realista. Tenemos un mundo precioso y lo estamos destrozando ¿Culpa? De todos
un poco. Pero la mayor parte, la culpa es de la política egoísta que nos gobierna.
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