¿Recuerdas aquellas tardes de siestas tempranas? Ni siquiera nos daba tiempo a recoger los platos después de comer y si me dejabas fregar… no terminaba de hacerlo. Terminábamos enredados si no en la misma cocina, era entre esas sabanas blancas y estiradas de algodón fresco que humedecíamos con el sudor de los cuerpos. ¡Cómo lo echo de menos! Hay días, a esas horas, en la que entra el sueño flojo del los últimos días de verano y cuando me estoy adormeciendo… empiezo a recordar.
Intento evitarlo, pero no puedo, y entre sueños te recuerdo abrazándome como tú solo lo sabías hacer. Ese abrazo en el que me refugiaba como una niña pequeña cuando me bajaba del tacón y me decías…¡Ya estás a mi alcance, eres mía!
Y era tuya...siempre cómo tú querías, cuando querías, donde querías, y yo lo deseaba… ¡como lo deseaba!
Nos quedábamos dormidos con el sonido del mar de fondo… la respiración entrecortada y mojados en un sudor que se secaba con el aire espeso del ventilador frente a la cama.
Entraba un mínimo rayo de luz de sol vespertino en los días de calor que ya apuntaba el mes de junio.
No me cansaba de observar la silueta de tu cuerpo relajado y tus ojos dormidos, escuchar tu respiración pausada, acompasada y el corazón al mismo ritmo, era mi melodía preferida, no hay mejor canción que tu voz y el sonido de tu respiración.
Cuando despertabas, me mirabas sorprendido, siempre con una palabra tonta para hacerme sonreír, sé que te gustaba mi sonrisa, pero también sé que...cuando supiste que de placer también se llora, te gustaba verme llorar y mezclarlo todo a la vez.
Después, nuestro café, y era como si te hubiesen inyectado un chute de energía y me hacías caminar por esa playa inmensa hasta donde la vista no veía.
¿Recuerdas?…días de viento, gaviotas, arena y piedritas, asfalto, un faro, montaña, calor y frío. Todo eso es allí, en tu refugio, donde un día me permitiste entrar…¿Y ahora? ¡Pretendes que me marche! Que no vuelva, que no entre, que no pase, que no te vea…
No sé cómo hacerlo, no sé como olvidar los recuerdos, no sé donde ir para no verte, no hay sitio que no me recuerde momentos contigo…
Siempre guardaré como un tesoro aquel poema que escribías cuando me marchaba de allí… Siempre decías;- ya sabes que no soy de letras, pero soy un maestro del copia y pega -
Aquí dejo el poema de las despedidas constantes… Gracias mi vida, gracias Jorge Luis Borges por escribir lo que él sentía ... Hoy lo hago mío, hoy lo siento ... todavía.
Dime por favor donde estás
en que rincón no puedo verte
donde puedo dormir sin recordarte,
y donde recordar sin que me duela.
Dime por favor donde puedo caminar
sin ver tus huellas,
donde puedo correr sin recordarte,
y donde descansar con mi tristeza.
Dime por favor cual es el cielo
que no tiene el calor de tú mirada,
y cual es el sol que tiene luz tan sólo,
y no la sensación de que me llamas.
Dime por favor cual es el rincón
en el que no dejaste tú presencia.
Dime por favor cual es el hueco de mi almohada,
que no tiene escondidos tus recuerdos.
Dime por favor cual es la noche
en que no vendrás para velar mis sueños.
Que no puedo vivir porque te extraño,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenidos a Rincón de Silencios.
Es solo eso, Mi Blog. Te agradezco tus comentarios.