Llevo unos días estudiando y trabajando, estoy haciendo balance y cerrando el año. Necesito cuadrar las cuentas e intentar que cuadre el debe y el haber de este cuaderno que está manido, transcrito con borrones de facturas que tal vez no debí haber pagado nunca.
Sé que lo voy a conseguir, aunque tenga que meter alguna factura ficticia para cuadrar el saldo.
Estoy metida en mi caparazón, ese que tengo guardado de vez en cuando y en el que me refugio para que no me hagan más daño.
Me he marcado una fecha en el calendario para cerrar las cuentas, y aunque tengo que guardarlas cinco años por si me piden presentar saldos, sé que prescriben tarde o temprano.
Esto llega a su fin, comienza una nueva época, un nuevo año, no sé si será mejor o peor, pero si será distinto. Todos los años son diferentes, unos son para recordarlos y otros… para olvidarlos.
Mi YO de siempre, espero que se encuentre, va buscándose hace un tiempo aunque creo que ya se va encontrando. Lo que uno fue siempre vuelve.
Sí, ya sé, vamos cambiando según el tiempo va pasando, pero siempre seremos los mismos por mucho que nos digan, nos hagan, o intentemos cambiar el “tempo”…
Al final la melodía es la misma aunque cambiemos una nota por otra.
Yo seguiré en el mismo sitio de siempre, con la misma gente, y con mis defectos y mis virtudes, seguiré en el mismo lado y siendo la misma de todos los años aunque el digito cambie en el calendario.
Todos hacemos balance de una forma u otra, y nos proponemos ciertas cosas, después las cumplimos o no, pero al menos lo intentamos.
Cumpliremos con nuestras deudas y cobraremos lo que se nos debe, al menos así lo espero, y aunque la justicia no es justa, al final de los finales siempre sale la verdad de una forma u otra. Los culpables arrastraran su culpa, ese será el precio que pagarán por lo que han hecho.
Pero ahora es mi tiempo, lo necesito para saber que voy hacer cuando todo esto se acabe de una puñetera vez.
He de cerrar el año sin lastres, sin nada que pese más de lo debido, ya que el recorrido por el nuevo año, quiero que sea ligero y divertido, poder moverme con otro estilo, con otro aire, y con otro ritmo.
Sé que no soy de ciencias, los números nunca se me dieron bien, por eso estoy atenta al cuaderno de debe y el haber, ese me lleva de cabeza cada vez que me dispongo a cuadrar las cuentas, del ser o no ser…
Y aunque me empeño en llevar la carga de todo sobre mis hombros, hay personas que me insisten en dar un borrón de typex en algunas partes de mis libros de cuentas:
- He acompañado la soledad de quien me ha necesitado.
- Me han acompañado mi soledad cuando lo he precisado.
- He estado con los míos.
- Los míos han estado conmigo.
- He aplacado los vacíos de otros, cuando los propios eran huecos sin fondo.
- Me han aliviado en mis vacíos, aquellos que me quieren y me lo han demostrado.
- Di con generosidad y recibí con la misma moneda muchas veces ,y otras veces...
Y aunque hay soledades que no se pueden tapar, ausencias que no se pueden evitar, vacíos irrellenables y generosidades no correspondidas, aunque me duela y aunque me hiera... debo sentirme querida en este balance de fin de año, quizás de fin de ciclo...
Sin metas y sin plazos, solo con el fluir de la vida... porque a pesar del pellizco en el corazón y el hematoma en el alma... tengo que saldar cuentas positivas. Porque tengo amigos y amigas que me aman con locura y sin límites.
Sin metas y sin plazos, solo con el fluir de la vida... porque a pesar del pellizco en el corazón y el hematoma en el alma... tengo que saldar cuentas positivas. Porque tengo amigos y amigas que me aman con locura y sin límites.
En el haber, el saldo de mi visa oro es infinito, aunque aún quede alguna factura que el proveedor no acepte, ni tan siquiera, revisar.
Pero el papel es eso, papel... orgánico. Del blanco impoluto pasará al amarillo corroído por el paso de los meses. Y el tiempo no perdonará... lo acartonará, lo acristalará y acabará por romperse y pasar a cualquier cubo de basura.
En la cuenta de mi banco, siempre quedará esa factura pendiente, pero en las cuentas de mi vida jamás faltará el crédito, aunque perdure por meses la duda del impago, porque hay quienes a cambio de un abrazo me han dado el pin de todos sus secretos.
A pesar de... la empresa de MI vida, sigue adelante y soy yo misma la que decido donde pongo el borrón, donde lo disimulo y donde hago lo que mejor considere.
Y si acaso me equivoco... otro borrón
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