Agradezco
el poder caminar, poder pensar sola, vestirme sola, ver el reflejo de mi
cara envejeciendo sin asustarme
demasiado. Estoy agradecida porque mis manos se pueden mover con soltura en el trabajo, en la casa, en la cocina, en las
caricias que todavía puedo regalar. Y puedo subir las escaleras, encender luces,
abrir ventanas… y ver cómo amanece por levante cada día de repente. Y agradezco poder sentir el abrazo de mis amigas,
el tierno beso de mi amor, la mirada de mi niña, sentir la lluvia resbalar por
mi piel cuando a las nubes les da por llover… y puedo atender una llamada amiga,
incluso una llamada inesperada.
Doy gracias porque puedo correr, nadar, montar en bici, conducir un coche, bailar, gritar, estar callada si me apetece, hablar si me da la gana, estar en soledad cuando me lo pide el cuerpo y la mente, y acompañada si alguna vez me siento sola.
Doy gracias porque puedo correr, nadar, montar en bici, conducir un coche, bailar, gritar, estar callada si me apetece, hablar si me da la gana, estar en soledad cuando me lo pide el cuerpo y la mente, y acompañada si alguna vez me siento sola.
Puedo,
sé que puedo, hacer muchas cosas todavía, porque tengo vida, y por ello me
siento rica.
Y
quiero, quiero seguir así durante mucho tiempo, porque la vida me ha regalado
un amor inmenso, unos amigos increíbles, una familia estupenda, la vida me ha
dado vida , y aunque hubo un tiempo que me quitaba mas que me daba … aun así,
le estoy agradecida .
Porque
en ese tiempo, he valorado lo perdido, he llorado por lo ausente, y sabido lo
que es no poder mover las manos, ni correr, ni montar en bici, y casi apenas podía
abrir ventanas para ver amanecer. Porque me he visto envejecer sin elegancia… y
ahora sin embargo la elegancia me la está dando la edad.
La
vida me ha enseñado a valorar cosas a las que no les daba importancia, la vida
y el tiempo me han dado sabiduría para afrontar ciertos retos, para saber llevar
a buen puerto un problema, para no preocuparme demasiado del que dirían aquellos
que no son nada en mi vida y a preocuparme mucho más de quienes sí, son todo en
mi vida.
Hoy
no quiero perderme un minuto, ni un segundo… hoy no quiero perder el tren al que
me he subido sin saber en que estación me va dejar, porque realmente no me importa,
solo quiero disfrutar del recorrido…
Tiene Usted, amiga mía, un largo recorrido en el largo camino de los buenos momentos que aún quedan por vivir. Un trayecto en el que Usted va a elegir en que estaciones hace parada y en que apeaderos ni le apetece mirar por la ventanilla. Un recorrido de lujo, no de bienes tal vez, pero si de compañía ¿Me permite, mi Dama?
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